
Los cínicos no sirven para este oficio es un libro conversado del periodista polaco Ryszard Kapuściński que se divide en tres partes y que habla sobre la ética del buen periodismo, el proceso de descolonización de África en la década de los 60's y el rol que desempeña la tecnología, a principios del milenio, en la forma en que se ejerce esta profesión.
En su primera parte el libro se concentra en un diálogo desarrollado en el marco del VI Congreso Redactor Social bajo el título de Raza y de Clase. El periodismo entre deseo de elitismo, implicación e indiferencia, celebrado en Italia en 1999. Acompañado por un auditorio de personas involucradas en los medios de comunicación, Kapuściński expone las razones por las que un buen periodista, para ser considerado como tal, debe de mantener una ética que priorice la búsqueda de la verdad, así como el acercamiento, en la mayor de las medidas posibles, a la descripción de la realidad. El polaco, además, detalla su labor como historiador y periodista; menciona que, para escribir sobre una sociedad, es imprescindible haberla conocido y haber palpado su pulso a través de las personas que habitan en ella. Hace énfasis en que de la mano del conocimiento, el periodista debe de mostrar un alto nivel de empatía, pues es infructuoso intentar escribir sobre personas que no se toleran, que no se entienden. Expresa también sobre cómo el trabajo de un reportero, a pesar de que es el que termina por "firmar" un trabajo periodístico, es más bien una conjunción de esfuerzos, opiniones y labores de un gran número de personas que termina redituando el reportaje final, por lo que la naturaleza de un buen periodista debe de ser humilde, sacrificado, atento a los detalles, dejando de lado posibles aires de grandeza y soberbia.
En la segunda parte de la obra, llamada Explicar un continente: la historia de un desarrollo Kapuściński conversa con el periodista y fotógrafo Andrea Semplici sobre el proceso de descolonización que se efectuó en el continente africano a partir de la década de los 60's. Kapuściński fue corresponsal de guerra por parte de un diario polaco y relata cómo es tener que cubrir una noticia en un territorio donde la forma de administrar y distribuir los recursos aún tiene un corte medieval, aunado a los pocos avances en materia de medios de comunicación y las condiciones insalubres del continente. Menciona también que la información más importante y real siempre la obtuvo de los marginados, de las personas pobres a las que Kapuściński se acercaba siempre con una enorme empatía, por un lado porque esa era su naturaleza y por el otro porque así las personas se "animaban" a platicar más, a contar más su situación. El periodista polaco y Semplici también ahondan en cómo los distintos países europeos se repartieron el continente negro tras la Primera Guerra Mundial y sobre los principales líderes africanos de la década de los 60, 70’s, y hasta Nelson Mandela en los 90’s, quienes coadyuvaron a la emancipación de casi las 50 naciones que conforman África.
La última parte, que se titula El relato de un diente de ajo es un diálogo entre Kapuściński y el crítico de arte inglés John Berger, en el marco del congreso Ver, entender, explicar: literatura y periodismo en un fin de siglo. Cada uno de los artistas relata su manera de concebir su escritura: Berger puede hacerlo desde un plano de la reflexión, sumido en su propia habitación y sin necesidad de codearse con el mundo exterior; Kapuściński, por el otro extremo, necesita nutrirse de experiencias que sólo la vida le puede otorgar. Ambos escritores conversan, además, sobre sobre la decadencia en la literatura del nuevo siglo, caída que le atribuyen a la falta de buenos lectores, puesto que el ejercicio de la lectura es bilateral. Kapuściński y Berger dirigen la plática, posteriormente, sobre aquellos sectores de la sociedad donde centran su trabajo; el primero en los pobres y el segundo en los campesinos. Charlan además sobre el nuevo perfil del periodista del siglo XXI, una profesión que demanda actualizaciones constantes y que esté a la par de los avances tecnológicos. Por último, el debate se orienta hacia el silencio en la escritura, como un elemento indispensable e inherente al ejercicio de la redacción que el escritor debe de trabajar con cuidado, esperando que la interpretación que sus lectores le den a ese silencio propicie una buena relación entre el lector y el autor.
Los cínicos no sirven para este oficio es una obra indispensable para cualquier estudioso de los medios de comunicación, donde Ryszard Kapuściński, uno de los grandes periodistas del siglo XX, de manera sencilla pero no menos poderosa, termina por confeccionar una tipo “guía” que le permitirá al periodista en ciernes aproximarse a la principal aspiración de su profesión: lograr una labor periodística cabal, crítica y comprometida con la verdad.