¿Con quién discutimos?
- Alexis Morales
- 4 dic 2016
- 3 Min. de lectura
¿Con quién discute el estudiante de la Facultad de Ciencias Sociales, si no es con sus compañeros de aula o algún docente en hora de clases? ¿Sobre qué puede discutir, además del tema del día o de criterios de evaluación? ¿Con quién discute el personal docente para ampliar sus marcos de referencias?
En primera instancia, pudiera sonar un poco agresiva la palabra “discutir”. Tal vez la mayoría de los lectores estén pensando en la discusión como una precursora de una pelea o como un método que busca generar y/o agravar algún conflicto, cuando erróneamente asociamos este término despectivamente.

Si buscamos el significado de la palabra “discutir”, podemos percatarnos que no se reduce únicamente al sentido más negativo de la misma, ya que se pueden encontrar definiciones como: “Examinar y tratar un asunto o tema proponiendo argumentos o razonamientos para explicarlo, solucionarlo o llegar a un acuerdo acerca de él”; así como: “Defender opiniones o intereses opuestos en una conversación o un diálogo”. Por lo que tenemos que discutir abarca aspectos más dirigidos hacia el razonamiento y el diálogo, lo que implica tener criterio para comprender, ser tolerantes a escuchar la postura del otro y aportar algún punto de vista sin caer en la agresión, sino en el análisis, para entonces poder tratar de llegar a un acuerdo.
Este escrito surge luego de una observación hecha de la ponencia llamada “El hombre en el capitalismo: la condición básica de existencia de las personas en la sociedad actual”, presentada por el M.C. Carlos Vorrath, catedrático de la facultad. La cual se efectuó por motivos de la vigésima tercera edición de la Semana de la Ciencia y la Tecnología.
Lo que conduce de la ponencia a estas líneas fue el carácter de la primera. A diferencia de otras conferencias, esta finalizó con una serie de comentarios por parte de los asistentes quienes argumentaban – desde su perspectiva – temas sociales actuales con fundamentos teóricos e históricos. Aunque pudiera parecer que fue un espacio de catarsis colectivo para algunos, lo cierto es que por algún momento hubo discusión. Hubo crítica con criterio, análisis, reflexión, diálogo; algo que para muchos cada vez escasea más, pues pareciera que en la universidad (así como en otros centros educativos) esta parte de la reflexión y el conocimiento está pasando por una etapa de crisis y la indiferencia parece ganar más terreno y fuerza.
De aquella ponencia nos queda el recuerdo y el antecedente. No obstante, en la facultad aún hacen falta más de este tipo de espacios en los que se congreguen algunas mentes hábiles, mesas de discusión, seminarios, mesas redondas y más actividades que inciten al alumnado y al personal docente a ser partícipe de ellas y que lo reten a discutir, razonar y a enriquecer el intelecto. Pues estos espacios no suelen ser tan recurrentes y este ávido sentido se pierde en la inconstancia de su eventualidad y asistencia.
Es cuestión del alumnado solicitar este tipo de actividades para que los directivos hagan lo suyo en respuesta a la demanda, pero mientras las únicas discusiones sean de futbol o de alguna relación estudiante-académico, esto seguirá pasando desapercibido.
Sin más que decir, finalizo estas líneas para que los lectores tengan tiempo de discutirla. De igual manera, debo terminar porque tengo que ir a discutir con mis compañeros sobre Las chivas del Guadalajara y Las águilas del América, o si es que Cristiano Ronaldo es mejor que Messi. Total, estas son las discusiones más efervescentes actualmente.
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